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DEFENSA NACIONAL


A propósito de las críticas al Proyecto de Servicio Cívico Voluntario
-Respuesta a los artículos de Roberto Bergalli y Norberto Alayon publicados en pagina 12 del dia 4 de octubre

Mariano Pi de la Serra


Coordinador Redes Sociales IDES
Instituto para el Desarrollo Sustentable


Intenté llevar adelante la tarea de reproducir los pasajes más significativos de los autores de estas críticas al proyecto opositor, para desmenuzarlos y desnudar sus falacias. Sin embargo esta tarea se ha hecho titánica toda vez que sus artículos condensan en cada concepto un sinnúmero de equívocos y deformaciones. Por lo tanto, trataré de sintetizar sus posturas y responderlas lo mas sintéticamente posible, dejando al lector la responsabilidad de remitirse a los planteos textuales de los autores en los artículos mencionados.
En la primer nota, el Sr Roberto Bergalli, recurre a un discurso efectista que puede ser válido en términos emotivos para quien sufrió en carne propia las aberraciones cometidas por la dictadura militar del 76, pero que no se corresponde con la responsabilidad necesaria en el debate nacional  respecto del peligro de consolidación de una sociedad de apartheid sociocultural y el rol de las instituciones fundamentales de la nación. Entre otras cosas, su versión histórica de un golpe militar producto de supuestos “delirios demenciales y mesiánicos” de los altos mandos derivados de una educación militar “orientada a la muerte, la agresión y a la destrucción” es por lo menos ingenua, y evita la contextualización histórica de aquel oscuro período de la vida nacional en el que dos o tres proyectos de país pugnaban violentamente por la construcción de una nueva Argentina. Rehuir la realidad de este debate está en consonancia con el rechazo epidérmico e irracional al proyecto de Servicio Cívico con argumentos caprichosos y la elusión respecto del lugar de las FFAA en una estrategia de desarrollo nacional.
El golpe del 76 no fue el producto de de la formación de una escuela militar de dementes sanguinarios sino una táctica de tipo fascista del sector mas concentrado y extranjerizado de sectores monopolistas, en función de destruir la Argentina productiva y solidaria, cortar de plano la profundización de los cambios progresistas, disciplinar al conjunto social y enfilar el país hacia la nueva meca de la estrategia imperial que fue el neoliberalismo. Ese mismo neoliberalismo que avanzó como una tromba sobre el terror y la desesperanza de los argentinos y nos dejó un país partido en dos. El mismo neoliberalismo que nos destruyo toda capacidad de defensa nacional licuando el rol de nuestras fuerzas armadas convirtiéndolas en agencias auxiliares de seguridad interior y tropas subordinadas a intereses ajenos en las supuestas misiones de paz encabezadas por el imperio.
Me pregunto si los argentinos podemos pensar en un proyecto de país serio e independiente sin debatir ampliamente una firme estrategia de desarrollo y defensa nacional que incluya unas FFAA como actor fundamental en cooperación armónica con el conjunto de las energías sociales, espirituales, políticas y culturales de la nación. Por mi parte estoy convencido de esta necesidad, y en la formación masiva de la juventud bajo un férreo compromiso con este deber patriótico y social, de singular importancia para los mas humildes, pues son el corazón de la patria misma. Pero claro es preferible para algunos descartar de plano la discusión apelando al miedo, para no hacerse cargo de la responsabilidad de cuestionar en sentido propositivo el sistema de defensa, la formación de las escuelas militares, el proceso de degradación de la familia y el desborde pronunciado y la impotencia creciente de los tradicionales canales de contención y desarrollo socio cultural, y seguir negando una realidad que nos lleva al abismo como nación y como sociedad.
Yo me pregunto si su propuesta será esconder la inmundicia debajo de la alfombra y seguir apelando a los bonitos discursos sobre políticas sociales inclusivas como lo hace seguramente con buenas intenciones el Sr Norberto Alayon, en medio de la calamitosa realidad de los jóvenes del conurbano bonaerense, signada por la penetración extensiva del narcotráfico y el establecimiento de los disvalores mas aberrantes como hábitos y cultura de masas.
Pretender la negatividad de que el proyecto “proporcionará cursos de formación teórico-práctica en temas de defensa civil y capacitación técnica de oficios”; que el entrenamiento “se desarrollará en instalaciones de las Fuerzas Armadas”, recibiendo los alumnos “alimentación y vestimenta”, además de “alojamiento en la unidad que se afecte al Servicio” y que los participantes “deberán respetar los reglamentos de las Fuerzas Armadas, referidos a normas de convivencia”  (cita críticamente Alayón ) es algo ridículo. Siguiendo la misma fuente, “El primer objetivo, que consta en el artículo 2º del proyecto aprobado, es “otorgar espacios de contención a jóvenes en situación de riesgo”. Nada de esto es malo ni reprobable. Dios quiera algún día nuestras fuerzas armadas cumplan un rol tan importante en el desarrollo del país y la sociedad.
Una vez mas los sectores progresistas sufren la impotencia de sus propias vacilaciones e inconsecuencias. Los sectores conservadores no adolecen de falta audacia ni falta de iniciativa. Los legisladores que promueven el proyecto parecieran tener por objetivo como bien indica Alayón, cristalizar el esquema de injusticia y dualidad social bajo un prisma represivo, porque justamente no pretenden cambiar el carácter servil de nuestro sistema de defensa y su educación reaccionaria, así como se niegan a reconstruir el entramado sociocultural del país bajo la recuperación de los valores tradicionales al tiempo de realizaciones profundamente transformadoras en el campo de lo económico social, cuestiones que debieran condensar todos nuestros esfuerzos. Pero quiero decirles que la realidad de todos los días de nuestros pibes excluidos no está muy lejana de esa tragedia el día de hoy, y las fronteras del apartheid sociocultural son una realidad incontrastable. El oportunismo de algunos no puede llevarnos a eludir nuestras responsabilidades.




Malvinas: La humillante falta de una estrategia de Defensa Nacional
Por Mariano Pi de la Serra 

Hace décadas que en la Argentina se discute el rol de las Fuerzas Armadas desde un lugar doblemente negativo.
En primer lugar, tenemos a los tristes herederos, cómplices y voceros de un ejercito plutocrático y usurpador que desde mediados del siglo XIX, a comisión de los distintos imperios en danza,  se dedica al genocidio interno para garantizar la paz y la administración de los negocios extranjeros en el país, que perseveran en la defensa de intereses inconfesables. Degradados humana y moralmente, estos elementos tienen la fuerza de la costumbre a su favor en unas instituciones que se han vaciado de contenido y que nadie sabe ya el motivo de continuidad de su existencia. Dicha sea la verdad, no hay un solo argentino en condiciones de sentir orgullo de sus Fuerzas Armadas y menos aun de explicar su función y aporte a la construcción nacional.
En segundo lugar, nos encontramos con un gran conglomerado de fuerzas autodenominadas “progresistas” encabezado por los organismos de derechos humanos, que con razones de sobra, exige la depuración de elementos retrógrados y el cierre de un ciclo histórico nefasto en base a la memoria, la verdad y la justicia. Sin embargo, muchas veces este progresismo rehuye las responsabilidades de pensar un proyecto serio de país, y se entrega en brazos de intereses extranjeros toda vez que sirve a sus limitados intereses de grupo. Así encontramos en mas de una ocasión a ciertos referentes comulgando, legitimando o haciendo coro, a los más aberrantes líderes sionistas en medio de las mas terribles masacres que conmueven al mundo en la actualidad. O solicitando la intervención de fuerzas de seguridad extranjeras de conocida trayectoria y responsabilidad en el drama nacional, para el desarrollo de investigaciones de los problemas argentinos.
 El caso Malvinas es emblemático. Dirigencias de izquierda, centro y derecha, tras los más disímiles argumentos, coincide en líneas generales en una política de impotencia que configura una verdadera política de estado derrotista, entreguista y desmalvinizadora.
Algunos, más interesados en denunciar los abusos de militares sin honra sobre sus propios soldados, que en denunciar las aberraciones de la ocupación, y eludiendo la definición sobre el camino a liberar esa importante porción del territorio nacional hoy en manos coloniales británicas. Otros, como puede leerse en recientes declaraciones, considerando la posibilidad de la autonomía y reconocimiento de los derechos de los ocupantes, escondidos en una supuesta “diplomacia inteligente”, previa “inserción abierta al mundo”, que en buen criollo quiere decir, volver a las “relaciones carnales” y rogar al imperio “nos perdone la aventura de 1982” . Otros, hablando de una línea diplomatica de vía muerta, apostando a los comites de descolonizacion y las resolusiones internacionales que solo son efectivas cuando las potencias deciden arrasar con algún intento soberano y popular.
En estas tres tendencias generales se dividen las corrientes de la politica de estado derrotista de la dirigencia argentina respecto al problema Malvinas, y casualmente, ninguna hace mención a una estrategia de defensa nacional ni al rol de las Fuerzas Armadas.
Durante el mandato de Nestor Kirchner, despues de décadas de mirar hacia adentro, se empezó a rumorear la posibilidad de construir una nueva estrategia de defensa nacional en el marco de la unidad latinoamericana, centrando las “hipótesis de conflicto” en las posibilidades de  agresión de una potencia extranjera sobre territorio nacional con el objetivo de apropiarse de nuestros recursos naturales.
Ese debate quedó trunco, como muchos otros debates de los que reniegan los dirigentes políticos argentinos.
Malvinas no es una hipótesis sino una realidad. Los recursos territoriales, marítimos y aereos de la zona están en manos de la ocupación colonial, sostenida por la fuerza militar del imperio.
Millones de argentinos miramos atónitos las noticias de que buques extranjeros haciendo base en las islas ocupadas –incluso con escalas en puertos nacional-continentales!- roban sin ser molestados nuestros recursos día a día a punta de cañon.
La verguenza que nos hiere el orgullo llega a punto tal, que tenemos que soportar la chicana de que los medios de comunicación britanicos dicen temer mas la posibilidad de acciones directas llevadas a cabo por civiles argentinos que a la acción defensiva del Estado nacional. Indignación es lo que sentimos aquellos que como decía Sandino “no tenemos miedo, porque contamos con el ardor del patriotismo de quienes nos acompañan”. No duden los charlatanes de turno que somos muchos los que trabajamos para que algún día en nuestra patria, pueblo, gobierno y ejercito, seamos un solo puño en defensa del interés nacional.  Y cuando esta marea haga olas, veremos quien podrá aguantar la mirada.